martes, 1 de diciembre de 2009

Resumen de la primera parte del segundo capítulo

El Almirante Demetrius se despierta. Al principio está desorientado, pero pronto recuerda que se encuentra en la cápsula de salvamento que le ha llevado al planeta Thorenis. A lo largo de su vida, el militar ha trabajado allí en numerosas ocasiones, por lo que conoce al dedillo cada rincón de esas tierras. Por eso se sorprende cuando descubre que la zona antaño verdosa y repleta de campesinos se ha convertido en un lugar yermo y seco, sin vida. Tampoco hay rastro de sus compañeros.

Con preocupación, el Almirante se dirige hacia Adamantium, la ciudad minera. Empieza a llover, los truenos resuenan y el viento sopla con fuerza. Es en ese momento cuando ve dibujarse en el horizonte a la gran urbe. Minutos después el hombre está vagando por una ciudad fantasma; ni seres humanos, ni animales, ni un alma. Corre, corre más deprisa. Dobla la calle del Ayuntamiento, salta un charco y gira en la siguiente calle a la derecha. Se topa de bruces con el Instituto Minero de Thorenis, su destino y el objetivo de la tripulación de la T-Alpha III. El viejo saca el arma de su funda y abre la puerta con la prudencia propia de un militar con experiencia. Irrumpe apuntando con el cañón, pero allí no hay nada. Solo una amplia estancia con una moqueta roja, dos ventanas, un mostrador y unas escaleras que conducen a los pisos superiores.

Silencio, quietud, tranquilidad. Adam Demetrius explora la habitación sin resultados. Sube al primer piso... más de lo mismo; oficinas vacías, sin signos de violencia, todo en su sitio. Vuelve a las escaleras y empieza a ascender a la segunda planta. Entonces los oye: chirridos, susurros, voces desconocidas que vocalizan pero que no parecen humanas. Un escalofrío recorre todo su cuerpo y, casi inconscientemente, la pistola traza un vaivén confuso. No hay luz, solo negrura. El Almirante no ve ni sus pies, pero los escucha a ellos. "¿Quiénes sois?¡Dad la cara!"-chilla-. La electricidad vuelve repentinamente y la luminosidad le ciega. Poco a poco recupera la vista y vislumbra una figura...y un uniforme. Un militar de baja graduación. Tiene una expresión neutral en la cara, pero hay algo raro en sus ojos...rojos. El joven porta un revólver y dispara, como un autómata. La reacción de Demetrius es puro instinto, se lanza a un lado y vacía su cargador. Ve como el chaval es alcanzado y cae. La electricidad vuelve a fallar. Otra vez oscuridad. El Almirante suda y tiene miedo, un miedo que se traduce en absoluto terror cuando siente que algo le atraviesa el pecho. Sus ojos se nublan, y en su caida a los abismos alcanza a entrever a un ente negro...